viernes, 24 de septiembre de 2010

Trabajar en el sector informático (II). Las entrevistas.

Se podría escribir un libro sobre entrevistas.
En las muchas que yo llevo realizadas he llegado a una serie de conclusiones:

Quién redacta el anuncio no tiene ni idea de lo que quiere.
Que tu perfil profesional se adapte a los requerimientos del puesto es casi siempre irrelevante.
La posibilidad de que el tipo que te esté haciendo la entrevista sepa desde el principio que no te va a ofrecer el empleo es siempre elevada.
Que la oferta publicada es falsa.
Que no se molesten, al final del proceso de selección, ni en mandarte un e-mail de agradecimiento por el tiempo perdido es la confirmación final de que alguno de los tres o todos los factores antes mencionados se han dado en el proceso de selección.

Quién redacta el anuncio no tiene ni idea de lo que quiere.
Mal. Muy mal empezamos cuando la oferta de trabajo contiene requerimientos contradictorios o absurdos. Años de experiencia en candidatos muy jóvenes... en fin.

Que tu perfil profesional se adapte a los requerimientos del puesto es casi siempre irrelevante.
Sin entrar en profundidades, es una conclusión que uno alcanza a posteriori, despues de llevar algunos años en la empresa en cuestión y comprobar que quienes desarrollan una carrera profesional en la empresa no son los mejor preparados sino los amigos de los jefes.
¿Alguién cree que en una organización así el proceso de selección va a ser justo y objetivo?

Que la oferta sea falsa o ya esté dada.
Sin entrar tampoco en muchas profundidades siempre fáciles de entender, a veces a uno le gustaría saber que el puesto al que aspira o no existe o ya está dado y, cualquier candidato, preferiría saber ya de antemano que no hay entrevista (has perdido tu ocasión y ya está) a tener que pasar el ritual de acudir a la cita, vender tus posibilidades profesionales a un tipo que está representando un papel y estar luego esperando como un idiota una respuesta que nunca llega.

Por eso, al principio de tu carrera profesional entrenas las entrevistas, acudes a las citas hecho un pincel y no sólo consideras, sino que intentas transmitir a tu interlocutor la impresión de que la entrevista en sí es importante y que trabajar para la empresa en cuestión es para la mayor de las satisfacciones que podrías experimentar.

Cuando ya tienes experiencia y algunas cicatrices en tu C.V. te tomas las cosas de otra forma.
De momento no vas a una entrevista sin saber de antemano la "pasta" de que estamos hablando aunque la señorita (¿porqué siempre son señoritas?) que intenta acordar la cita contigo insista en que no pueden ofrecerte un salario sin, antes, haberte valorado como candidato.
Por supuesto no vas de traje, eso es para las bodas y comuniones. Vas de calle. Duchado y limpio, pero nada más.
No tienes una actitud de cordero degollado sino de seguridad en mismo. Has pasado ya por tantas que mientras estás en plena entrevista estás pensando en lo que vas a hacer el próximo fin de semana.
Y, lo que es más importante. No te molestas ya en intentar vender un candidato ideal de esos que trabajan no por dinero, sino por lo interesante que es el puesto de trabajo. Imagino las risotadas interiores de más de un entrevistador escuchando al pardillo de turno decir algo así.
No. Tú trabajas por dinero y si estás en esa oferta es porque quieres ganar más que en tu empleo actual (¡ojo, que es muy diferente buscar empleo mientras estás trabajando!)

Y esas preguntas tan de libro que uno ensaya cuando comienza a pelear con el fabuloso mercado laboral ahora salen solas y a veces hasta con algo de chulería.
Qué te gusta más: ¿trabajar en equipo o de forma individual? -Pues mire usted, a mí lo que me manden. No vamos a andarnos ahora con mariconadas.
¿Preferirías desempeñar una labor más interesante pero peor pagada? -Si pueden ustedes ofrecerme algo en la mansión Playboy lo hablamos. En caso contrario, cuanta más "pasta" mejor.
¿Como te ves dentro de cinco años? -Con no verme en el paro y con el banco reclamándome la hipoteca, voy que me mato
Si estás trabajando con nosotros y te ofrecen un empleo mejor pagado, ¿nos dejarías? -Para nada. Y además, dejo que el jefe me sodomize, ¡no te digo!

Trabajar en el sector informático (I)

Es este un aspecto sobre el que se podrían escribir Blu-rays enteros. Las historias son múltiples y a cual más espeluznante.
Quizá el peor enemigo de la informática sean las empresas de servicios. Empresas que venden una imagen de profesionalidad, excelencia y liderazgo tecnológico pero que al final son simples ETTs.
¿Porqué entonces las organizaciones acuden a estas empresas en búsqueda de personal?
Me reservaré mi opinión para otra entrada del blog pero os adelanto una reflexión: el valor estratégico del departamento de informática, de sistemas o de tecnologías de la información en determinadas empresas es exactamente el mismo que el de la limpieza a juzgar por la modalidad de contratación ofrecida a su personal. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

En cuanto a la aventura de trabajar para estas carniceras, igualmente sería prolijo compilar todas y cada una de las historias de quienes nos hemos visto en la disyuntiva de cambiar de trabajo.
Digo cambiar y no buscar porque eso te da una perspectiva diferente.

Intentaré ir desgranando algunas experiencias sobre esto.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Marcas de cinco estrellas. Servicio tercermundista.

Hace algunos años, no muchos, en una de las empresas donde trabajé adquirimos una importante remesa de ordenadores a un importante fabricante mundial, de esos que se autoproclaman líderes indiscutibles y cuya facturación es comparable al PIB de más de un país soberano.

El caso es que los PCs de ese fabricante se averían tanto o más que los clónicos que podemos comprar en la tienda de la esquina y hay que llamar al servicio técnico.

Cuando se llama al S.A.T. normalmente se encuentra un amable operador que, si habla castellano con un mínimo de corrección ya debe considerarse una gran fortuna.
El teleoperador, con la mayor cortesía del mundo requiere al CLIENTE, así con mayúsculas, que haga una serie de pruebas. Cosa que es bastante lógica, aún asumiendo que la factura telefónica corre de nuestra cuenta, por si se nos ha olvidado enchufar el ordenador, hemos conectado el monitor al microondas, hemos confundido el PC con la lavadora o algo similar. Que también a veces los usuarios son/somos para echarnos de comer aparte.

Una vez terminadas las pruebas lógicas y normales es el momento en que uno espera la frase: "no se preocupe señor XX, le mandamos un técnico". ¡No! Entonces empezamos con el hardware.
A mí me gusta cacharrear en los ordenadores, pero eso lo saben mis amigos y los lectores de este blog, no un operador de help desk anónimo que no puede adivinar si quién tiene delante es un McGyver o un Homer Simpson.

Digo yo que no es de recibo obligar a un usuario a desmontar su ordenador, resetear BIOS y, como una vez me propusieron ¡que desmontara otro PC igual para intercambiar los procesadores! Así que algunas multinacionales entienden la atención en garantía como una especie de autoservicio hardware. Todo sea por la cuenta de resultados.

Y también es de esperar que el operador de help desk que tienes atendiéndote tenga, si no un máster en electrónica, al menos sentido común para no limitarse al simplísimo argumentario que, con toda seguridad, le han hecho aprender.
A uno de esos PCs fabricados por la multinacional líder, le empezó a fallar ostensiblemente el disco duro. El ruido que hacía se oía a varias mesas de distancia y era cuestión de tiempo que terminara de averiarse y no arrancara.
Pues el "ingeniero" que me atendió me sugirió que reinstalase el software. De nada sirvió razonar, hacerle escuchar el ruido por el auricular del teléfono, convencerle que el software funcionaba perfectamente, que se trataba de un problema hardware y que aunque no conociese el concepto de "mantenimiento preventivo", yo no le estaría molestando si no tuviese argumentos contundentes para esperar un error catastrófico de disco de forma inminente.

Ante estos irracionales, que a más de uno le colgué el teléfono, el mecanismo era muy fácil. Dijese lo que dijese, pasase lo que pasase, la respuesta siempre era la misma: no enciende.
Al final, después de cinco o seis pruebas "inexplicablemente" fallidas, el help desk capitulaba y accedía a enviar un técnico que aparecía por la puerta con fuente, placa, disco, memorias... y al que, después de invitarle a tomar un café, le explicaba cual era el verdadero problema para que fuese al grano. Y todos contentos.

En fin... mejor, más barato y más rápido la tienda de barrio.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Trabajar contra corriente (II)

Siguiendo con anécdotas de una de las empresas en las que estuve; como de costumbre sin entrar en profundidades ni dar demasiados detalles, digamos que nos enviaban intervenciones a un dispositivo remoto con un determinado grado de prioridad.

Si se había caído un servidor, la prioridad era uno y suponía que, prácticamente, había que dejar lo que estuvieras haciendo e irte a atender esa incidencia.
Si al usuario no le gustaba el ratón, la prioridad era tres y (esto que quede entre nosotros) no necesitaba ni presencia física.

Lo que, sobre el papel, es algo normal y razonable en la práctica se convertía en un pandemonium en el que cualquier cosa era posible.

El caso es que un día, estaba comiendo con una compañera en un restaurante. Habíamos tenido bastante "curro" y de hecho se nos había hecho tarde. Eran más de las cuatro (nuestra jornada terminaba a la cinco) y esa comida era casi un pequeño premio pues, a los postres, nos íbamos a ir para casa.

Por el segundo plato, me entra un aviso de intervención: prioridad 1 en San Serenín del Monte.
¡Qué oportunos! Maldita sea la gracia que me hacía tener que encargarme de ese marrón y a esas horas. Mi compañera me preguntó que era el aviso, perfectamente audible, que me había llegado y yo le expliqué lo que pasaba.

-¡No te preocupes!- me dijo -no hace falta que vayas. Ya estuvo (...) por la mañana y resolvió el problema-
-¿Estuvo (...) por la mañana y me avisan ahora?

Cuando eso es el pan nuestro de cada día al final te tomas el trabajo a cachondeo, te das cuenta que estás tirando tu vida profesional y que hasta la personal se resiente y entonces te deprimes.
Pero antes de eso... hay que cambiar. Yo lo hice. Pero eso será otra historia.

Trabajar contra corriente (I)

Nunca fui más feliz profesionalmente que el día que abandoné cierta empresa con una baja voluntaria disfrazada de despido improcedente. Por eso les agradezco y es, casi, lo único que puedo agradecerles, que me facilitaran una salida razonablemente honrosa.
Podría llenar varios blogs como este con anécdotas pero ahora mismo me vino a la cabeza una que me confirma que hice lo correcto negociando mi salida.

Sin entrar en muchas profundidades sobre el funcionamiento de la empresa, el cliente y mi trabajo allí, sólo diré que en una ocasión tenía que pedir, vía una aplicación remota, una impresora de préstamo para sustituir otra que se enviaba a reparar a laboratorio.

En mi desplegable de impresoras tenía varias opciones y entre ellas estaban las sólidas y fiables HP 4000 / 4050 / 4050n.

La letra ene de las 4050n significa network. Red. Esas impresoras llevaban tarjeta jetdirect que era justo lo que necesitaba. Al día siguiente me llegó la impresora 4050n. Con la jetdirect desmontada. Enfado, decepción, frustración, sensación de abandono.

Inmediatamente llamo a mi jefe a comentarle el tema y me razona lo siguiente: cuando se adquiere una impresora para préstamo se le desmonta la jetdirect porque la pieza puede usarse en otras intervenciones de forma independiente. Y que eso debería saberlo.
Pues hombre, la próxima vez que tuviera que pedir una impresora, pediría por separado el cuerpo de la impresora, el tóner, el fusor, el panel de mando y las bandejas porque, por el mismo razonamiento, ¡podrían usarse en otras intervenciones!

Esto era día sí y día también. Suponía quedar mal con el cliente, volver loco al transportista y perder mucho, muchísimo tiempo. Pero ellos decían que así era como se debía trabajar.

Lo dicho, el día más feliz de mi vida profesional fue cuando dejé esa empresa para irme al paro.