miércoles, 20 de octubre de 2010

El jefe gran hermano

Tuve la desgracia, algunos años atrás, de sufrir a un impresentable que me pusieron como jefe en un CAU.
Este individuo era un maleducado, un incompetente y un engreído. Y además de eso era desconfiado.

Normalmente cuando empiezas a trabajar con alguien le das el beneficio de la duda, aún cuando el comienzo no haya sido, digamos, demasiado afortunado. Pero a este individuo no había por donde cogerle. Aunque no me cabe la menor duda de que su enchufe tenía muchos, pero que muchos voltios.

Era, como decía antes, un maleducado.
Si tenias que hablar con él, no se cortaba en echarte encima el apestoso humo del tabaco aunque supiera que tú no eras fumador.
Si estabas hablando con un compañero irrumpía en mitad de la conversación, interrumpiendo.
Si te llamaban por teléfono, nada más colgar preguntaba quién era.
Si estabas atendiendo una incidencia, podía llamarte cada cinco minutos para preguntarte con qué estabas.


Al final, terminabas comunicándote con el compañero de la mesa de al lado por e-mail. Un departamento donde siempre había habido buen rollo, terminó convirtiéndose en un lugar sombrío, silencioso, donde nadie levantaba la cabeza del ordenador.

En una ocasión había que hacer una intervención un sábado. Me hacía poca o ninguna gracia pero no puse objeciones a participar puesto que él y yo sólos, podíamos resolver el tema. Sin embargo él insistió en que acudiese TODO el equipo. Yo intenté razonarle que dos personas eran suficientes y que no había necesidad de hacer venir al resto de compañeros y estropearles el sábado. Pero no hubo forma y tuvo que venir todo el mundo.

Claro, una vez "pillas" pero dos ya no. En la siguiente movida, cuando quiso reclutar a toda la "peña", hubo un compañero que se excusó alegando que tenía cosas que hacer.
- ¿Pero qué tienes tú que hacer el sábado? - le preguntó

El compañero fue elegante y le respondió con mucha diplomacia, pero faltó un pelo para que le soltará algún exabrupto de alto calibre porque era justo lo que se estaba buscando.



Pero a todos los cerdos les llega su San Martín y este individuo enfermó y estuvo de baja bastantes semanas.
Cuando se reincorporó, vino dando por supuesto que su larga ausencia habría dejado el CAU poco menos que inoperativo y que los usuarios estarían anhelando su regreso para que los niveles de servicio volvieran a lo habitual.

Como era de esperar, tuvimos que hacerle ver no sólo que no era imprescindible sino que, de hecho, estaba sobrando. Durante su ausencia, el equipo no sólo había funcionado perfectamente sin necesitarle, sino que todos los indicativos de rendimiento (incidencias atendidas, resueltas y plazos) habían mejorado notablemente, los usuarios estaban absolutamente contentos del funcionamiento del CAU y teníamos todo como la patena.

Y creo que sigue sobrando...

viernes, 15 de octubre de 2010

Trabajar contra corriente (IV)

En la guerra, los errores y manías de los generales suelen pagarlas los soldados.
En TI, son los técnicos los que las pagan. Pero, vaya, a uno le remuneran ocho horas de trabajo y hay que cumplirlas aunque se sepa que la labor desarrollada no sirve para nada.

En una de mis etapas (felizmente superada) como técnico, en mi lugar de trabajo había un arquitectura muy heterogénea. De hecho había dos servidores Digital con Unix.
Uno de ellos (llamémosle A) corría una aplicación "legacy" y el otro (el B) únicamente se utilizaba para hacer la copia de seguridad.

La copia de seguridad se hacía en dos partes. Pero en lugar de hacerse secuencialmente, se hacía en paralelo aprovechando que al servidor B todavía le funcionaba la unidad de cinta y la tarjeta de red. La única ventaja era la comodidad porque el servidor B en lugar de tirarlo a la basura lo mantuvieron haciendo una función de unidad de almacenamiento externo. Ni más ni menos.

En realidad, al servidor B una vez también se le averió la unidad de cinta, una DLT. No hubo problema, se montó una unidad DLT nueva (reparada) y siguió funcionando hasta que, algunos meses más tarde, dejó de funcionar. Se le cambió la cinta, pero sin resultado.

Yo le expliqué a mi jefe lo que he contado aquí: que era un servidor que nunca estuvo bien, que el único rol que le quedaba por representar era el de tener una segunda unidad de cinta y que los operadores de la aplicación no tenían ningún inconveniente en hacer ambas copias de seguridad sobre el mismo servidor porque la primera de ellas apenas tardaba. Pero no sirvió de nada. Se le metió entre ceja y ceja que había que repararlo.

Aquí, a la joya, no había por donde meterle mano. No tenía vídeo y por red (por Telnet) no había forma de conectarse. Dada mi "incompetencia" enviaron a otro técnico que se trajo un terminal del año de Maricastaña. Estuvo soldando cables para el conector y lo enchufó. No hubo forma.

Pero mis jefes no tiraron la toalla y decidieron llevar la máquina a laboratorio. El transportista y yo sudamos para meterla en la furgoneta. Pero sudamos en sentido literal. Y llegó a laboratorio. Y laboratorio dictaminó lo mismo que yo dije al principio: la placa base está mal, no hay repuesto y repararla es antieconómico.

Unas cuantas horas y dinero perdido para intentar reparar un servidor ya descartado años atrás.El servidor volvió a su sitio (otra sudada para bajarlo) y hasta que yo me fui realizó una importante función como mesa auxiliar y asiento para visitas.

La importancia de la disciplina. Pero sin pasarse. (II)

Si habéis leído la entrada La importancia de la disciplina. Pero sin pasarse. (I) más o menos os he puesto en antecedentes de qué marco metodológico creo conveniente para el trabajo en TI.
Podremos discutir sobre si es mejorable, incompleto, obsoleto o lo que sea. Pero funciona y da resultados.
Lo que no da resultado es la chapuza y ahora os cuento una de mis experiencias en este mundillo.

En una de las empresas en las que trabajé conocían ITIL. Como también podrían conocer la teoría de la relatividad o el teorema de Fermat. Pero trabajaban con una aplicación obsoleta cuyo nombre no diré para no dar demasiadas pistas. Pero el problema no era la aplicación que podía ser más o menos limitada sino la organización en sí, que decía dedicarse a informática como podría haberse dedicado a vender pastillas de freno.

En una ocasión me pidieron un módulo de memoria para un ordenador. Trabajo fácil, no tenía ni que desmontarlo. Simplemente dárselo en mano a otro técnico y luego irnos a tomar un café.
Bien. Yo tenía un módulo pero no servía y por tanto pedí el part number a mi compañero y, con ese part number, marca y modelo del PC y solicité la pieza en cuestión.

La pieza llegó. No era. Vaya por Dios. Bueno, no se acaba el mundo. Haces todo el procedimiento de devolución y vuelves a pedirla. Esta vez, para que no hubiera errores, escaneé el módulo por las dos caras y lo mandé por correo electrónico.

La pieza llegó. No era. Cachondeo generalizado.

Así que me cogí la memoria, me fui personalmente al almacén y me aseguré de que me dieran la memoria exacta. Para eso, sobraba la aplicación, sobraba el personal de almacén y sobraba la empresa en general.
Me hubiera sido más barato irme a la tienda de la esquina, comprarla yo y pasarla por hoja de gastos.

La importancia de la disciplina. Pero sin pasarse. (I)

A lo largo de mis años en esto he adquirido una percepción supongo que razonablemente acertada de hasta donde se debe ser meticuloso, sistemático y ordenado.
Un régimen de trabajo cien por cien burocratizado, donde para mover un tornillo haya que rellenar ocho formularios, donde haya que documentar hasta el nombre de soltera de la madre del técnico que ha realizado cada intervención no será funcional y consumirá más tiempo y energías hacia dentro que hacia afuera.
Por el contrario, un sistema del tipo "aquí te pillo, aquí te mato" pues tampoco será precisamente deseable en un entorno donde se pretenda una aproximación significativa a eso que se llama "excelencia".

Como siempre, el sentido común debe mandar.


Cito de la Wikipedia: ITIL

La Biblioteca de Infraestructura de Tecnologías de Información, frecuentemente abreviada ITIL (del inglés Information Technology Infrastructure Library), es un marco de trabajo de las buenas prácticas destinadas a facilitar la entrega de servicios de tecnologías de la información  (TI). ITIL resume un extenso conjunto de procedimientos de gestión ideados para ayudar a las organizaciones a lograr calidad y eficiencia en las operaciones de TI. Estos procedimientos son independientes del proveedor y han sido desarrollados para servir como guía que abarque toda infraestructura, desarrollo y operaciones de TI.

El marco ITIL es realmente impresionante pero esencial en organizaciones grandes. No voy a describirlo ni a comentarlo porque, primero es un coñazo. Segundo, yo todavía no lo he visto aplicado en ninguna organización. Es como el monstruo del Lago Ness. Todo el mundo dice que lo ha visto pero nadie ha podido demostrarlo.

Sin entrar en profundidades, ni siquiera las del famoso lago de Escocia, yo entiendo que uno debe rodearse de un sistema tal que le ayude, no que le frene. Si el sistema me ayuda a buscar un driver, un tornillo, un CD o un procedimiento y me ahorra tiempo buscándolo, es un buen procedimiento.
Si, por el contrario, el procedimiento consume mucho más tiempo del que ahorra, es un mal procedimiento.

(Continuará)

martes, 12 de octubre de 2010

Trabajar contra corriente (III)

Somos informáticos. Algunos somos tan ingenuos que nos gusta nuestro trabajo e intentamos hacerlo lo mejor posible sólo por cumplir con nuestro propio concepto de profesionalidad.
Además, somos tan majos que algunas veces nos convertimos en chicos para todo. Es lo que tiene. Si podemos reparar un PC podemos reparar cualquier cosa. Ya se sabe que si tiene cable, es de informática.

En una ocasión nos entró una incidencia por correo electrónico:
- El microondas no funciona.

El departamento de sistemas al completo soltó una enorme carcajada ante las miradas estupefactas del resto de la organización.
- ¿Pero vosotros no lleváis el tema de los microondas?


De todas formas, este tipo de cosas realmente no deben molestarnos. Como tampoco que nos llamen para cambiar el tóner labor que, como todo el mundo sabe, requiere haber hecho un máster en ingeniería nuclear.

Aún así, quizá el contacto con los bites y los bytes y la exposición a Microsoft puede que nos haya debilitado las meninges los suficiente como para que, alguna vez que otra, nos haya tocado descargar un camión o mover mesas. Pero bueno, no se nos caen los anillos y cuando nos piden las cosas por favor tampoco nos negamos.

Otra cosa, mucho más grave, es que consideren que parte de nuestro trabajo es ser transportistas. Por obligación.
Y eso es lo que pasaba en una empresa en la que estuve. Después de muchas discusiones, tira y aflojas y malas caras, yo conseguí imponer mi criterio: el CAU sólo movería aquellos equipos que debieran ser instalados, reinstalados, ampliados o reparados.
No obstante algunos meses después me impusieron un nuevo jefe cuyas ideas distaban bastante de las mías y consiguió de un plumazo, tumbar lo que yo había conseguido. Además, de la misma tacada, había conseguido que yo fuera el "negativo" y él convertirse en el "positivo". Fantástico, oyes.

El CAU movería ordenadores siempre y cuando fuera dentro del mismo edificio. Entre edificios lo haría servicios generales. Así, si a algún mentecato se empestillaba a probar a ponerse mirando a poniente para ver si estaba más a gusto, ahí estaba el imbécil del CAU a moverle el equipo.

Pero pasó que un día alguien necesitaba un equipo. Y el equipo estaba, precisamente, en el otro edificio. Mi "queridísimo" jefe me pidió que me hiciera cargo de la incidencia y así lo hice. Lo preparé y me dispuse a esperar a que servicios generales me llevara el equipo. Ambos edificios estaban contiguos pero no comunicados entre sí y había que ir por la calle. Prácticamente nada.


Sin embargo, esa tarde no había nadie de servicios generales.
- Lo siento, no puedo terminar la incidencia. No hay nadie que me lleve el PC
- ¿Y no puedes llevarlo tú?
- Pues podría. Pero es cosa de servicios generales, que bien que les gusta a ellos restregarnos por la cara cuales son nuestras "obligaciones"
- Bueno, pero hazlo como un favor
- A mí nadie me hace favores. Y si lo muevo hoy, la próxima también me tocará. A mí o a otro compañero. No lo voy a mover.

Mi "queridísimo" jefe tuvo que ir por la calle con el PC debajo del brazo y yo no moví un dedo hasta que no me avisó de que estaba en su sitio. Si el tenía por costumbre bajarse los pantalones me parece muy bien. Pero yo, no.

sábado, 9 de octubre de 2010

Los portátiles. Haciendo difícil lo fácil.

Uso el término portátil con mucho cuidado porque hoy en día tenemos en el mercado desde los ultraportátiles o subnotebooks, hasta equipos con unas prestaciones y tamaño considerables.
Pero todos tienen en común algunas cosas que ahora comentaré.

Para empezar no existen los portátiles clónicos. Bueno, por ahí está la marca Advent que es lo más aproximado a un clónico que conozco pero, en cualquier caso, el mercado de portátiles está casi copado por marcas, que además en algunos casos son especialistas en portátiles como podrían ser Toshiba o Sony. Y perdón por hacer publicidad.

Pero eso no es lo que me ha llamado la atención, desde el punto de vista de "La dura vida del informático". Lo que me llama la atención es como salen los portátiles de la caja.

Para empezar, lo normal es que te "cuelen" el S.O. de Microsoft, te pongas como te pongas, sobre todo si compras en El Corte Inglés, Media Markt o Carrefour. Pero, vaya, ese tema tampoco me parece técnicamente relevante. Siempre puedes ir a la web de Dell y hacerte tu portátil a tu gusto o, si somos más exquisitos, a Apple.

El caso es que estrenas tu flamante portátil, corres una pequeña aplicación para configurarlo para el primer uso y, ¿qué te encuentras?.
Lo primero y principal es que, probablemente, te hayan preinstalado una versión de Office y un antivirus en versión de prueba. Con lo cual, desde el punto de vista profesional, lo primero que haces es quitarlo. Un equipo nuevo y ya estás desinstalando cosas. Que sí, que no pasa nada, pero ya estás cacharreando y te da la sensación de que el nuevo portátil ya no está absolutamente inmaculado.

Pero si en lugar de trabajar en esto eres un particular que estrena su primer ordenador, posiblemente te encuentres, una vez agotado el periodo de prueba, que debes pagar por el software que, irreflexivamente has estado usando y que pensabas que ya era tuyo por el mero hecho de comprar el portátil. No diré que sea un fraude, pero es engañoso para el usuario poco experimentado.

Volviendo al tema profesional descubres -especialmente si usas XP- que en la parte inferior derecha de la barra de tareas han aparecido, a veces, más de diez iconos. El software de gestión de la webcam, el del touchpad, el de la wifi, el de la gráfica, el del bluetooth, el de las baterías, el silenciador del CD...
Y, es altamente probable que integrado con el escritorio tengas algún iconito del fabricante del ordenador para gestionar el correo, la grabadora de DVD, el navegador, etcétera.

Puede que yo sea un poco radical pero todo eso es basura inútil. El usuario no lo va a utilizar y finalmente termina dando problemas.

Pero lo peor de todo es una nueva moda que ha corrido como la pólvora: no dar DVD de recuperación. Teniendo en cuenta el valor físico del soporte DVD está práctica sólo tiene un adjetivo: MISERABLE.

En una partición oculta, el fabricante pone el software para que el propietario se cree por sí mismo sus propios DVDs de recuperación. Me encanta la filosofía de Ikea... siempre y cuando pueda elegirla voluntariamente, no cuando me la imponen.
A saber cuantos propietarios, por desconocimiento, desidia o torpeza no han perdido para siempre su valioso software de recuperación por el que, además, pagaron.

Aún así, hay propietarios minuciosos dispuestos a obtener, antes de nada, los DVDs de recuperación siguiendo las instrucciones del programita instalado al efecto. Si estamos hablando de ultraportátiles... ¡no pueden, porque no llevan regrabadora!. Que no intenten con una unidad USB porque no funcionará. Comprobado. Que no intenten con una unidad compartida en red porque no funcionará. Comprobado. ¿Qué pueden hacer entonces? Pues no hay más narices que comprarse la docking station del fabricante con lo cual hay que volver a pasar por caja y resulta que el subnotebook ya no es tan barato como parecía.

Y hablando de particiones, el "iluminado" que decide la partición de los discos duros de algunos portátiles debería estar en la cárcel. Se encuentra uno con discos de 300 GB con particiones de 25 GB para el sistema operativo. En cuanto el usuario instala cuatro programas se encuentra con el disco lleno.

Y si todo esto acontece sobre un ordenador sobre el que corre un Windows Vista, entonces empiezas a plantearte seriamente si cortarte las venas o arrojarte a la vía del tren.

He reinstalado varios portátiles con sus correspondientes CDs o DVDs de recuperación y han funcionado bien... al principio. Pero he adoptado una nueva política. Ahora, cuando tengo que hacerlo, instalo un XP o un 7 limpios, desde cero. Me quito toda la morralla de los fabricantes, que no es más que software redundante y casi siempre innecesario. Y los resultados, de verdad, suelen ser estupendos. Particiono como quiero, el portátil va más rápido, el usuario trabaja más a gusto y al menos sabes qué es lo que está corriendo en segundo plano.

domingo, 3 de octubre de 2010

Trabajar en el sector informático (III). Enemigos ocultos.

Vaya por delante mi absoluto respeto y agradecimiento hacia el personal de limpieza que con su importante labor, consigue que todos disfrutemos de un entorno laboral agradable.
Mis disculpas también, en nombre del colectivo informático, porque a veces somos un poquito dejados y dejamos las huellas de nuestro trabajo en las mesas, en el suelo y en lugares realmente insospechados.

He llamado a esta entrada Enemigos ocultos. Por favor, que nadie vea animadversión, menosprecio u hostilidad sino justamente todo lo contrario. Ya se sabe que los informáticos y el personal de limpieza es lo que las empresas suelen subcontratar. Sólo por esa razón, debería surgir una camaradería espontánea entre ellas y nosotros.

Digo ellas porque casi siempre son mujeres. No entro a valorar un eventual transfondo machista de la cuestión, me limito a constatar que casi siempre son mujeres quienes adecentan nuestros espacios de trabajo con la mejor de sus intenciones. Pero eso, a veces, resulta un problema.

En alguna ocasión, si no estoy en mi puesto de trabajo y escucho como limpian el teclado de mi ordenador inmediatamente mi corazón empieza a latir desbocadamente. ¿Bloqueé el equipo antes de levantarme de la silla? Si no lo bloqueé, ¿tendría en pantalla un escritorio remoto de algún servidor critico? ¿Tenía una consulta drop critical_table a falta de hacer el commit?

Hace unos años, un viernes por la tarde, nos las prometíamos muy felices. La comida con los compañeros era casi el acto de cierre semanal y prácticamente estabamos esperando la hora de la salida para marcharnos cuando nos llamaron para informarnos que determinado sistema informático crítico no funcionaba.

Tras la revisión in situ, aparecemos en la sala de servidores y nos la encontramos en un silencio sepulcral. ¡Todos los servidores estaban apagados!
Que no cunda el pánico. Levantémoslos uno por uno según el procedimiento establecido.

Dicho procedimiento podía tenernos como media hora arrancando el sistema debido a que había que arrancar las máquinas en un orden determinado, esperar que se levantaran determinados servicios, meter algunos passwords, etcétera.

El caso es que cuando teníamos uno o dos servidores arrancados, el automático volvía a saltar.
Revisamos los cuadros de luces por varias plantas y todo parecía supuestamente en orden. Sin embargo el famoso cuadro diferencial saltaba cada vez que lo conectábamos. No podíamos seguir adelante y estábamos poniendo en peligro la integridad de las propias máquinas.

Vete a buscar al electricista un viernes por la tarde... pero lo encontramos. Se viene con nosotros, cambia el automático y... ¡sigue saltando! Algunas maldiciones, algunas pruebas más y, después de verificar todo lo verificable aislamos el problema.

Uno de los enchufes de la sala, encastrados en el suelo, estaba húmedo. Y estaba húmedo porque alguien había estado fregando y no había escatimado agua ni lejía.
Por tanto, estaba comunicado, saltaba y tiraba toda la red eléctrica. Obviamente el SAI se había agotado rápidamente mientras nosotros estábamos comiendo (nada de alarmas, ni SMS, ni nada) y terminada la alimentación, todo se había venido abajo.

El electricista sustituyó el enchufe que, eso sí, estaba reluciente y desinfectado y pudimos comenzar la secuencia de encendido sin problemas. Por supuesto, como podéis imaginar, contestando cada cinco minutos una llamada de teléfono preguntando cuando iba a funcionar el sistema.

Tuvimos suerte, la verdad, porque a las diez de la noche ya habíamos terminado. Pero si pillamos a la persona responsable del desaguisado, una colleja si que se lleva.

En otra ocasión, teníamos un problema de telefonía bastante molesto. Varias extensiones hacían un ruido horrible que a veces obligaba a pedir al interlocutor que repitiera sus palabras.
Esto era incómodo pero llevadero. Hasta que algunas extensiones empezaron a fallar.
Más divertido aún, algunos teléfonos simplemente sonaban y sonaban y no había forma de hacerlos callar. Pero, lo que fue peor es que, finalmente la centralita se bloqueó y ya no funcionaba ninguno de los teléfonos de la oficina.

¿Qué había pasado? Esto lo supe algo después.

Teníamos un repartidor Krone en una bajante. En su momento hubo una avería de agua y el repartidor recibió lo suyo. Cuando lo desmontaron para sustituirlo, había contactos quemados y sulfatados lo que explicaba tanto los problemas en las extensiones como los propios bloqueos de la centralita que, de hecho, pudo haber sufrido daños permanentes debido a estos cortos.

Quitaron el repartidor y lo colocaron -a petición mía- fuera de la bajante. Estéticamente horroroso pero funcionalmente perfecto. Desde aquel momento no hubo ningún problema, no falló ninguna extensión y la centralita no volvió a bloquearse.

Y aunque no ha sido experiencia directa mía, me consta que ha habido averías eléctricas provocadas por mordeduras de rata. Como decía, a veces los informáticos tenemos enemigos ocultos.

viernes, 1 de octubre de 2010

La lacra del spam, y como ayudar a que haya más y más

Hace poco leí que habían denunciado a una empresa porque envió copias de un correo a un montón de gente y, todo el mundo supo las direcciones del resto de destinatarios.
Pues, LOPD, sanción, etcétera. Lo normal.

Pero, claro, el responsable de ese mailing no hizo más que lo que haría cualquier usuario normal, no ya en la empresa sino en su casa.

Cuando te llega un chiste gracioso, lo mandas a toda tu lista de contactos. Y si tiene 10 MB, mucho mejor. Y si, además, es una cadena de esas de "pon tu dirección de correo al final", entonces ya es el rien ne va plus.

Así que en poco tiempo, tu dirección de correo acaba en manos de spammers de vete-tú-a-saber-donde que la usarán con tanta asiduidad que hasta recibirás correos de tí mismo, proponiéndote negocios, venta de viagra, cobro de herencias, etcétera, etcétera.

Yo he llegado a una determinación. Tengo una cuenta-basura para que mis amigos y familiares me manden toda la porquería que encuentren y otra, de verdad, para cosas serias y comunicarme con gente que entiende el correo como una herramienta útil y no como un canal de distribución de chistes.

La verdad es que los servidores de correo están incorporando técnicas anti-spammer muy buenas. Pero hay una, la mejor, la más fácil y barata que casi nadie la usa:

LA COPIA OCULTA DE CORREO.

La copia oculta de correo es como el carril derecho de las autopistas. Nunca se usa.

Sin embargo, a base de sanciones y de spam la gente va dándose cuenta que la dirección de correo electrónico de una persona o una empresa no debe ser divulgada a terceros sin control.
Y algunos usuarios "avanzados" empiezan a usarla tímidamente después de recibir sesiones intensivas de los departamentos de sistemas intimándoles a usarla de forma habitual.

Lo de hacer que la gente vaya por el carril derecho de las autopistas... eso es más complicado.