viernes, 30 de diciembre de 2011

Atención telefónica y gañanes.

Dicen que tengo mucha paciencia con los usuarios. No sé si es cierto y, en caso de serlo, no sé si es para estar orgulloso. Cierto que no puede uno mandar a la... ventolera a aquellos usuarios insufribles que el destino le adjudica; así que tal vez haga de la necesidad virtud.

El caso es que el otro día me llamaron para una trivialidad. Algo que puede hacerse en tres clicks. Tardar más de 90 segundos en configurar un determinado programa de una determinada forma para mí sería simplemente vergonzoso.
La única forma de hacerlo era mediante indicaciones telefónicas. No suele ser muy difícil. Con algún titubeo, varios errores y algo de suerte, normalmente un técnico eficaz y un usuario colaborador llegan a buen puerto en breve. Pero no si el usuario es un gañán.

Creo que tardamos como 90 minutos en hacer algo que son cinco clicks. ¡Qué perdida de tiempo!
Diálogos de besugo, explicar la misma cosa cuatro veces. Preguntar otras cuatro veces por lo que el usuario veía/hacía y recibir en cada caso distintas respuestas. Silencios extraños. Pruebas inútiles. Descripciones surrealistas. Sensación de soledad, de tener al otro lado del auricular a un autista.
Y mientras el tiempo corría... cosas que debería estar haciendo estaban ahí... detenidas mientras yo permanecía enredado en una conversación telefónica sin sentido.

No era 28 de diciembre así que descarté preguntar donde estaba la cámara oculta.

Al final, no sé si por milagro, suerte, casualidad o simple estadística, conseguimos que la cosa funcionara más o menos como el usuario quería. Hubiéramos podido afinar más, ajustar algunos parámetros y obtener un resultado incluso mejor. Pero, ¡unas narices! Habría sido para echar dos horas.

Como para meterse en alguna tarea de cierta envergadura. Y mi capacidad de adivinación es preocupantemente baja.

Lo curioso es que estos usuarios gañanes, hasta se permiten hacerte observaciones sobre tu trabajo; porque luego presumen de saber de informática.

¡País!

¡¡¡Y FELIZ AÑO 2012!!!

jueves, 29 de diciembre de 2011

¡Mi primer currículum! - El retolno.

Hace unos días, declaraba mi asombro por haber recibido mi primera demanda de empleo.
Se puede consultar en Mi primer curriculum

Como decía, el famoso mensaje me llego incompleto pero, poco tiempo después, recibí en PDF el C.V. completo de la persona solicitante.

Ante todo manifestar mi enorme respeto a dicha persona. Yo he mandado muchos C.V. y por tanto me pongo en su pellejo. No obstante, creo que candidaturas espontáneas pocas o ninguna. Y haciendo las cosas rematadamente mal, como esta persona, jamás.

¿Cómo consiguió esta persona mi dirección de correo? Pues, siempre según su C.V., trabajando como teleoperadora para la campaña X de la empresa Y.

La empresa Y, en la cual obran mis datos, entiendo que los comunicó a la empresa Z para una campaña de telemarketing, etcétera, etcétera. Hasta ahí todo perfectamente legal.

El caso es que esta persona, mientras trabajaba para la empresa Z, tuvo acceso legítimamente a un listado de nombres y direcciones de correo para realizar dicha campaña. Lo que no fue legítimo fue apropiarse de dicho listado para realizar un mailing.
Obviamente yo en ningún momento he dado consentimiento para que mis datos sean utilizados por terceras personas para fines distintos a los previstos, etcétera, etcétera, etcétera. Es la ley 15/1999 de protección de datos.

Naturalmente, la responsabilidad es de la empresa Z que fue quién realizó el tratamiento.
Sin embargo Z no cedió mis datos a nadie sino que alguien, traicionando la buena fe contractual, se apropió de dichos datos sin consentimiento de la empresa Z.
Salvo que Z hubiera sido negligente en la conservación de los datos, es claro que la única persona responsable es la que, por su cuenta y riesgo dispuso de dichos datos sin estar autorizada para ello.

Somos humanos, es Navidad y esta persona no tuvo ninguna intención de hacer daño. La vida es dura y simplemente quiso aumentar sus posibilidades de empleo. No seré yo quién vaya a hacerle daño por eso.
Pero, no olvidemos, que cualquier destinatario de ese mailing, puede haber promovido una denuncia contra esa persona y tendría que responder de la infracción cometida.

Y es una infracción grave, con multa de 40.001 hasta 300.000 euros. En este caso, al tratarse de circunstancias un poco especiales, posiblemente la AEPD podría sancionar para el caso leve y sería entre 900 y 40.000 euros. Pero 900 euros de multa ya te "alegran" el día. Esperemos que a esta persona no le salga caro el mailing.


jueves, 22 de diciembre de 2011

El informático declarando. Los trajes de Camps.

Me quedo un poco a cuadros.

El informatico de Forever alteró tres registros de venta

El informático que colaboraba con Forever Young, Francisco Ferre, ha afirmado ante el tribunal del jurado que juzga al expresidente de la Generalitat valenciana Francisco Camps y al exsecretario general del PPCV y diputado en las Cortes Valencianas, Ricardo Costa, por un delito de cohecho pasivo impropio, que alteró la base de datos del programa del ordenador para poner 'Alv Pérez' en lugar de 'Camps' en tres recibos de venta.


Normalmente las empresas suelen tener un ERP donde se van registrando las operaciones. En casi todos los casos, la lógica de negocio de estos ERP no permite hacer determinadas operaciones, para salvaguardar la consistencia de las bases de datos.
Pero, naturalmente, siempre puede uno acceder directamente a las tablas de la BB.DD. y con los permisos de administrador, hacer lo que a uno le plazca.

No entro a valorar las implicaciones legales y fiscales porque las desconozco pero me pongo en la piel de ese informático a quién le piden hacer algo ilegal.

¿Te niegas? Te despiden. Otro lo hará por ti.
¿Lo haces? Puede que tengas que dar cuentas más tarde.

Menudo dilema.

En mi opinión, y no creo que vaya a sentar jurisprudencia, los informáticos no somos quién para juzgar lo que nuestras empresas hacen. Nosotros hacemos lo que nos piden. Manejamos datos e información, pero no tenemos que interpretarla ni mucho menos aprobarla o justificarla.

No obstante,visto lo visto, será recomendable en caso de verse uno en situación similar, asegurarse muy mucho de tener pruebas o testigos para poder demostrar que siempre se actúo a petición del superior jerárquico. La responsabilidad, que sea de la empresa.

martes, 20 de diciembre de 2011

¡Mi primer currículum!

Hoy ha sido el día.

He recibido mi primer currículum. Afortunadamente no soy yo quién anda buscando empleo, sino que buscadores de empleo llegan a mí.

No obstante, tendré que revisar mi filtro antispam, porque hoy no ha estado nada fino.

El mensajito en cuestión es el siguiente:

 
de XXXXXXXX@gmail.com
 
Estimado Sr


Me pongo en contacto con ustedes para remitirles el currículum, y
que sea incorporado para los  procesos de selección que tengan de
administrativo, atención al cliente o cualquier puesto para el cual
encaje mi perfil, ya que tengo disponibilidad total e inmediata.

-- Gracias, Un saludo, XXXXX XXXXX Tlf.: 99999999

Además de no llevar siquiera asunto, el C.V. tampoco venía incluído. Lástima, porque el nombre de la solicitante prometía.

El caso es que quién ha enviado el C.V. no ha estado demasiado acertado. No tengo ningún tipo de capacidad de decisión en contratación de personal y mucho menos para departamentos que no tienen nada que ver con el mío (TI)
Aparte que si, por un casual, llegara a mis manos el C.V. de alguien que aspirara a mi puesto, naturalmente me encargaría de que dicho C.V. fuera conveniente e irreversiblemente eliminado.

Entiendo que se trata de puro spam o incluso virus. Deduzco que el C.V. estaba infectado y fue eliminado en su momento en algún servidor. Lo que me ha llegado es un resto de texto plano.
Apuesto a que tanto la dirección de correo como el teléfono móvil existen, pero no tienen nada que ver con su supuesta propietaria.

Cierto que en alguna ocasión me han llegado, de rebote y por error, algunos C.V. que iban destinados a otra persona. Pero bueno, mi ética profesional me obliga a guardar secreto.

Y ya un poco fuera de contexto recordar cuando una vez, en un ascensor una sudamericana, después de intercambiar algunas palabras intranscendentes sobre el tiempo y demás me preguntó si yo tenía un trabajo para ella. Tras sobreponerme de la impresión tuve que lamentar informarle de que no, que bastante tenía con conservar el mío. Debo tener cara de Ministro de trabajo pero, de momento, Mariano no me ha llamado.