miércoles, 9 de noviembre de 2016

Internet ¿es un atraso?

Hace más de cinco años escribí una entrada en este blog sobre una persona que pensaba que Internet era un atraso

A dicha entrada remito al lector interesado aunque resumiré brevemente la historia: digamos que era alguien que se sentía amenazado por las nuevas tecnologías (ya no son tan nuevas) y que prefería moverse en un terreno en el que se sentía cómodo. Estábamos a finales del siglo XX y estas actitudes son casi impensables.

Ahora, rara es la persona que no tiene Internet en el móvil, en la nevera, en el reloj, en el coche y, por supuesto, en el teléfono. Por eso, que alguien defienda hacer un buzoneo en papel considerando que un mailing vía correo electrónico es un atraso dejaría a esa persona en un lugar incómodo.

Seguramente los fabricantes de velas consideraron que la bombilla era un atraso y el tal Edison un loco ¿porqué habrían de cambiarse las buenas viejas velas por esas cosas de cristal con un alambre dentro?
Si éste dice que Internet es un atraso, yo no se lo voy a discutir.

Con sus luces y sombras, Internet ha cambiado el mundo para bien y ha penetrado hasta las capas más humildes de la sociedad. Y de esto es en gran parte responsable del Smartphone.

No me voy a arriesgar a afirmar que Steve Jobs inventó el Smartphone porque no sería cierto. El tema es suficientemente denso como para desarrollarlo aquí. Si bien sí es cierto que el iPhone fue el primer teléfono inteligente popular tal y como lo entendemos hoy.

Sí, señores. El Primer iPhone abrió un camino hacia el futuro que apenas hemos empezado a recorrer.
No olvidemos, por supuesto, el avance en tecnología móvil, el 3G y el 4G que permiten disponer de datos en casi cualquier lugar y en cualquier momento.

Entonces, ¿Internet es un atraso?
Evidentemente no.

Pero sí que es cierto que en algunos detalles estamos perdiendo el norte completamente. Y en casos concretos sí que creo que Internet es un atraso. Pero trataré de justificar mi opinión y en ningún caso desde un punto de vista neotalibán, troglodítico o anti-tecnológico.

Empezaré por tomar la definición desde el D.R.A.E.

Superfluo: No necesario, que está de más.

Por tanto, una aplicación, utilidad o uso superfluo de internet, especialmente vía móvil, considero que es sólo un producto de intereses comerciales. Completamente legítimos, faltaría más, pero que realmente no aportan nada.
Cierto también que este tipo de cosas las terminarán corrigiendo el mercado y la costumbre porque tal vez no estemos totalmente locos.

No siempre lo más nuevo es lo mejor y aunque todo evoluciona, a veces se intenta sustituir algo sencillo, barato y fiable por otra cosa menos robusta y con mayores dependencias. Como digo, en la mayoría de los casos, es el conjunto de los usuarios quién aprueba o rechaza estos cambios.

Sustituir las llaves por el móvil
Interesante artículo en Xataka por Javier Penalva Cerradura conectada TESA

Con todos mis respetos para el autor, creo que discrepo de su planteamiento inicial

Más de una vez habrás pensado lo fácil que te resulta dejar olvidadas las llaves de casa al salir apresuradamente de ella, pero lo casi imposible que es abandonar tu smartphone sin darte cuenta. Tiene sentido, así que las soluciones que permiten usar el smartphone como llave tienen nuestra confianza ganada sin hacer nada.

Pues no, apreciado Javier. La cerradura habrá ganado tu confianza pero la mía no. No pienso sustituir unos pequeños fragmentos de acero, que no necesitan mantenimiento ni energía, que si los pierdo son inidentificables, que no se romperán si se me caen al suelo y que tienen un coste de reposición o copia realmente bajo.
Ni, por supuesto, pienso añadir a mis tareas domésticas la de cargar la cerradura no vaya a quedarse sin batería. Renuncio gustoso a esas funciones integradas que, realmente, no necesito.

Pagar con el móvil
Veo aquí también otros intereses. Unos más legítimos y otros menos. Ciertamente sustituir el dinero físico por el móvil tiene bastantes ventajas. Se reduce la manipulación mecánica de monedas y billetes lo cual supone un gran ahorro de costes... que se embolsará normalmente la entidad bancaria.

Por el otro, los gobiernos occidentales sueñan con la eliminación del dinero físico lo cual tiene algunas ventajas también muy claras como es reducir de forma brutal el fraude físcal, el dinero negro y las fugas de capitales. Y de paso tenernos más controlados. Totalmente controlados, de hecho.

A nivel de usuarios, la última barrera de entrada ha desaparecido pues ya es posible hacerlo entre particulares. Por ejemplo a través de la aplicación BIZUM.

Una vez más, pretenden que cambiémos algo fácil de transportar, que no requiere energía, completamente anónimo y de uso completamente universal y transparente por una aplicación donde intervienen terceros creando, una vez más, dependencias.

Yo no sé los lectores del blog pero cuando voy a la playa rara vez me llevo más de cinco o diez euros. Cantidades suficientes como para tomar unas Coca-Colas, pero tan pequeñas que en caso de robo o pérdida el disgusto no sería muy grande; aparte de poder manipularlas con las manos llenas de arena sin temor a dañarlas. Y que, por supuesto, puedo llevar conmigo incluso mientras me baño (como las llaves de casa, por cierto)

A ver qué móvil se puede meter en agua salada a menos que le pongamos una carcasa. De nuevo complicaciones y dependencias para no hacer nada que no llevemos haciendo miles de años sin necesidad de Smartphones. Que se lo pregunten a los fenicios.

Y seguiremos jugando al cinquillo o a las siete y media con dinero real. Faltaría más.

Conducir mejor y ahorrar combustible
Estas serían el mejor aliado para la DGT. Aunque hay varias, podría señalar esta: Drivies

No, mire usted. Ya tengo bastante con los radares fijos, móviles y aerotransportados y una legión de señores intentando pillarme a ver cuando dinero me pueden sacar como para que yo, voluntariamente, ceda mis datos a ¿aseguradoras? para conseguir supuestos ahorros.

No sé si nos damos cuenta que, en caso de infracción (pongamos, exceso de velocidad) estamos facilitando las pruebas nosotros mismos. A mí me produce, como poco, desconfianza.