domingo, 23 de abril de 2017

La dualidad del mercado laboral.

La dualidad del mercado laboral.
No quisiera hacer politiqueo. Este es un blog de informática, a veces en clave crítica e irónica pero siempre distendido.
Sin embargo, no me queda más remedio que hablar un poco de política, pues esto de la dualidad del mercado laboral es un concepto que escuchamos día y si y día también.

Estos señores se preocupan mucho por la dualidad del mercado laboral.
Esto de la dualidad del mercado laboral es un hecho cierto. Lo que pasa es unos (los trabajadores) preferimos que se iguale por arriba y los otros (Lagarde y ya tal...) se plantean algo mucho más ambicioso, ¿por qué tener muchos trabajadores en precario si podemos tenerlos A TODOS?

Y entonces se planteo aquello de la "mochila austriaca", el "contrato único" y otras medidas neoliberales mediante las cuales los derechos de los trabajadores pasan a llamarse privilegios. Por tanto es un privilegio tener un contrato indefinido, un sueldo digno y este tipo de cosas que tan malas son para la recuperación de la economía española que es la envidia del mundo. Ya sabemos que lo mejor es liberalizar, privatizar y mejorar la competitividad.

Si privatizamos el Canal de Isabel II podemos llevarnos la pasta de aquí, de aquí y de aquí...

Bueno, vuelvo al tema porque me he desvíado bastante.

La dualidad del mercado laboral en una organización TIC.
Hace unas semanas se incorporaron dos nuevos compañeros. Superaron su oposición, presentaron la documentación correspondiente y se les convocó para incorporarse.

Cuando hicieron acto de presencia, tenían preparados ya sus puestos de trabajo y, como es habitual, se les llevó por el conjunto del departamento para saludar a la gente.
Cuando hablamos con ellos, como es habitual, tuvimos un breve intercambio de pareceres; qué habían estado haciendo hasta ahora, qué opinaban de su nuevo departamento, cuál sería su función a partir de este momento, etcétera.
Como es natural también les hablamos sobre nosotros, les enseñamos nuestro departamento y nos pusimos a su disposición para ayudarles en lo que fuera.
En los días sucesivos aprovechamos cualquier ocasión para la coincidencia, ya fuera en los pasillos o tomando café en el office para saludarles, preguntarles que tal les iba y hacerles sentir integrados en el equipo. Integrados, esa es la palabra.

¡Ya sois parte del equipo, compañeros!

Por la otra parte tenemos otros compañeros de una empresa externa. Vienen por periodos de seis meses. Como mucho.
Algunos ni siquiera llegaron a incorporarse. Las condiciones son tan mediocres que no les costó trabajo encontrar algo mejor.
Los que sí se incorporan lo hacen sin ningún tipo de ceremonia. En realidad quienes no trabajamos con ellos ni sabemos como se llaman. Ni hacemos esfuerzos por saberlo puesto que asumimos que terminarán yéndose más pronto que tarde.
Alguna vez me ha sucedido entrar a su departamento y, ¡no conocer a nadie!
Si me los encuentro en el office o los pasillos cruzaremos un ¡hola! como mucho.

No sabemos su nombre, ni tenemos interés en saberlo. Son gente sin rostro
Así que tampoco echamos en falta a esos compañeros externos el día que no están. Sinceramente, y aunque yo esté al otro lado, no soy tan egoísta como para no pensar que ellos no están siendo tratados como se merecen.

En la otra cara de la moneda, es ingenuo pensar que su grado de dedicación y compromiso al proyecto será intenso. Ya sabemos que pa lo que me queda en el convento.

Que cada cual saque sus conclusiones. Ya sabemos quienes son los defensores de esta forma de ver el mercado laboral.