miércoles, 25 de mayo de 2011

El no por el no.

Conocí una empresa, de cuyo nombre no quiero acordarme cuya estrategia a la hora de relacionarse con los trabajadores es la negación sistemática de cualquier petición.
No valoran si la petición es justa o abordable. O incluso si no sería más barato atenderla que denegarla.
Por el contrario parecen envolverse en un halo de divinidad en relación con el cual el trabajador no tiene derechos, sino que obtiene "gracias" generosamente otorgadas por la empresa en pago a su lealtad. En este contexto lealtad es igual a arrastrarse. Se me entiende.
Con lo cual los trabajadores se dividen en dos clases: los que se arrastran y los que no.
Por lo tanto, importa relativamente poco si eres cumplidor o si aportas valor añadido a tu trabajo. No aceptar el sistema de "premios" de la empresa automáticamente te excluye del reparto de mercedes y dádivas.
Por el contrario, si eres "amigo de", poco importa si para tí Rijndael es un centrocampista del Bayern München o crees que Voz sobre IP consiste en tirar el cable del teléfono por encima del router.

Pero el caso es que el no por el no, termina siendo una estrategia insostenible a medio plazo.

Se me ocurre cual sería el empleado ideal para esa empresa...

Lo importante es tener a quién culpar

Como dije en otra entrada una de las leyes más importantes de la informática es "el último paga".
Muchas veces el informático-pardillo se encuentra con una situación en la que la catástrofe es inminente y sucede justo mientras está accediendo al sistema o poco más tarde con lo cual ya tiene acreditado el "ese fue el último que tocó".
Pero otra es "el primero que llega se lleva la bofetada". Con razón o sin razón, eso es lo de menos.

Hace algunos años trabajamos para un organismo que había subcontratado la informática a distintos niveles. Realmente los "informáticos" eran unos señores que estaban en un call center remoto y eran los que cortaban el bacalao. Nosotros estábamos básicamente para tratar de escaquearnos de ellos y hacer nuestro trabajo sin directrices absurdas. Y digo absurdas no porque ellos fueran malos informáticos (de todo había en la viña del Señor) sino porque sentado en una silla a 50 km. del lugar donde se produce la incidencia es difícil tener una visión de conjunto.

El caso es que una mañana llegué y me dijeron que a mi compañera, que había llegado un poco antes, la estaba echando una charla la "directora de operaciones" de la institución.
-Pero, bueno, ¿tan temprano y ya tenemos movida- dije yo.

Al parecer esa noche había habido un problema serio en un departamento crítico, el soporte telefónico se había desentendido y, naturalmente, la primera que llegó se comió el marrón enterito, más el cabreo del personal puesto que habían pasado varias horas entre la avería y su resolución.
Cuando llegué yo, que era el más veterano en todos los sentidos, le expliqué a la directora de operaciones lo que había pasado.

En nuestra empresa había (hay) técnicos de guardia 24 x 7.
El técnico de soporte telefónico -y estamos hablando de las dos o las tres de la mañana- cuando le dijeron que los servidores estaban en una sala cerrada y que nadie tenía la llave consideró que no se podía hacer nada y pasó el aviso al primer técnico que entrara en jornada ordinaria.
El técnico de soporte telefónico al que en lo sucesivo me referiré como "El gañán" no tuvo la iniciativa de llamar, en todo caso, al técnico de guardia. El técnico de guardia, veterano también, tenía las tablas suficientes como para buscar al guardia de seguridad, las llaves de la sala, hacerse acompañar hasta ella, hacer la intervención y salir cuatro o cinco horas antes de que la primera compañera se encontrara el gori-gori.

Ante eso, ¿qué hacer? Si al técnico de guardia no se le llama, obviamente no actúa. Y el problema no se resuelve. No es culpa de la primera técnico que aparece por el "site". Ni siquiera de El Gañán, sino del animal que le puso en su puesto sin haberle formado correctamente. Pero, claro... vete a buscar a El Gañán para echarle la bronca. O a su jefe... la responsabilidad se diluye, nadie sabe nada...

La directora de operaciones, que era razonable, consiguió superar su monumental cabreo y aceptó mis explicaciones. El Gañán supongo que estará trabajando en un Burger King y el individuo que organizó el servicio, seguramente habrá recibido un premio a la eficiencia.

viernes, 6 de mayo de 2011

Jefes-tontos y jefes-listos

No sé si ha sido casualidad, que no causalidad, el haber conocido en mi trayectoria profesional a algunos jefes-tontos y también algunos jefes-listos.
Curiosamente, en casos distintos y empresas distintas los jefes-tontos y listos respondían a un mismo paradigma. Casi, casi clavadito. ¿Fruto del azar? ¿Consecuencia inevitable de unir una serie de factores? No lo sé.

¿Qué es un jefe-listo?
El jefe-listo es un jefe sobrevenido. Le hicieron jefe cuando el equipo ya existía y funcionaba. El jefe-listo es un tipo elegante, atractivo incluso. Alto, delgado y bien vestido. Deportista. Culto. Gustándole dejarse ver. Un relaciones públicas nato. Alguien que se vende bien.
El jefe-listo sabe, pero aparenta saber más de lo que sabe. Insisto: se vende bien.
El caso es que el jefe-listo te entra de amigo. Buen rollo, confidencias a medianoche y consigue ganarse tu... amistad. Pongamos. Hasta el punto que, imbécil de ti, bajas la guardia y te confías. Lo pagarás, no lo dudes.
Lo pagarás en el momento en que algo salga mal, sea tu culpa o no lo sea. En el momento en que necesitabas el apoyo del jefe-listo, el jefe-listo te apuñala por la espalda y te demuestra que él es un hijo de #### y tú un ingenuo por creerte que él iba de colega una vez que has vuelto a la realidad y encajas la bofetada.

¿Qué es un jefe-tonto?
El jefe-tonto también es un jefe sobrevenido como en el caso anterior. Sin embargo, curiosamente, ya no es el tipo de inmejorable presencia. Mientras que el jefe-listo no tenía vicios (que se evidenciaran) el jefe-tonto suele tener unos cuantos, empezando por el tabaco.
El jefe-tonto no sabe. Le han dado el puesto por chuparla. O tal vez haya tenido que llegar al A2M. Lo malo no es que no sepa porque todo el mundo aprende. Lo malo es que, además de no saber, se cree que sabe. Y eso suele poner al equipo en situaciones confusas.
Para un informático sólo hay una cosa peor que hacer algo sin sentido, hacerlo cuando el que te lo manda es un gañán que no se entera.
El jefe-tonto suele ser un lameculos con los de arriba y un tirano con los de abajo. Paradójicamente, los jefes-tontos son los que menos delegan. ¿Porqué? Pues porque al no saber, dependen de sus subordinados y eso les hace vulnerables. Pero esa desconfianza la percibe el trabajador y conduce a un círculo vicioso.
Al final, el jefe-tonto sólo se fia de sí mismo y termina desbordándose de trabajo mientras su gente pierde el tiempo limitándose a ejecutar sus órdenes sin un mínimo de proactividad.