viernes, 1 de julio de 2011

Sin resentimiento ni malos rollos pero...

Hay una marca que para mí es especial. Presume de ser la "namber güan" y luego es la más cutre y miserable de todas. La he sufrido dos veces, una como cliente y otra como trabajador
Y, por ambas cosas, no la quiero ni regalada.

Quién esto escribe no está resentido. Ni es mi forma de ser ni creo que el resentimiento sea práctico en la vida. Nunca sabes con quién volverás a encontrarte ni qué podrás necesitar de él o élla. Ya sé que la venganza es un plato que se sirve frio, pero también sé que hay que pasar página y no vivir obsesionado con el 'ojo por ojo' o 'quien me la hace me la paga'

Pero, sinceramente, creo que incluso para la persona más equilibrada y positiva, una pequeñísima parte de rencor es imposible de separar de la mezcla que conforma nuestra posibilidad.

Y yo juré que nunca jamás volvería a permitir que esa empresa que antes mencionaba ganara un céntimo si de mí dependiera. La vida da muchas vueltas y resulta que uno puede decidir qué se compra y qué no.

Los técnicos (como las secretarias) tenemos mucho poder. Cierto que las decisiones de compra las tomarán nuestros jefes pero las decisiones de NO compra las tomamos nosotros y si se nos pone en la punta del cimbrel que no vamos a comprar un determinado bien o servicio, ya se puede poner como se ponga el comercial o vendedor porque habrá topado con un muro imposible de saltar.

Y yo, si puedo evitarlo, no pienso comprar ordenadores, impresoras, servidores, unidades de cinta o switches fabricados por cierta marca muy nombrada.

La vida sigue dando vueltas y tal vez en un futuro yo pueda tener incluso mayor capacidad de decisión. Tanta como para influir en contratos de muchos cientos de miles de euros. Espero no encontrarme con mi ex-empresa... por el bien de ellos.

¿Rencor? ¿Venganza? Honestamente no. Desconfianza, sí. Convencimiento de que hay que desincentivar ciertas prácticas, también.

No hay comentarios:

Publicar un comentario