martes, 12 de enero de 2016

La cámara oculta

Cada vez que viajo en avión sufro por mis maletas.

Ya hemos visto en televisión más de una vez como algunos empleados desaprensivos maltratan los equipajes de forma mucho más dura de lo que, en principio, cabría esperar de un servicio que, seamos sinceros, no tiene entre sus prioridades dispensar un trato exquisito los bultos de los pasajeros.



Como para dejar dentro de una maleta un objeto delicado...

La cuestión es que, sin llegar a los extremos de estos manipuladores "altamente cualificados", normalmente todos nos comportamos de una forma diferente cuando pensamos que no nos observan.

Eso pasa igual en el trabajo, y más cuando uno trabaja en este mundo de la informática. Raro será aquel que no haya estado a punto de ser pillado por un jefe en silenciosa aproximación por la espalda consultando con gran interés el Marca en lugar de hacer lo que se supone que uno debería de estar haciendo. La tentación de buscar porno cuando creemos que estamos solos...

Pero hay un inframundo que nos pertenece en exclusiva a los informáticos: la sala del CPD.
Esa sala solitaria donde nuestros servidores, switches, almacenamiento, SAIs y demás parafernalia residen de forma continuada bajo la supervisión de nuestros ojos.

En la discreción y soledad de la sala del CPD se pueden hacer cosas que no se podrían hacer en otro lugar sin quedar en situación comprometida.

Es un buen sitio para -digamos- cambiarse de ropa o rascarse la espalda contra un armario sin quedar como un ceporro. Aunque, quién este blog escribe, no ha llegado a esos otros extremos lujuriosos o inmundos que alguno puede haber pensado.



El caso es que un trabajador desmotivado, enfadado o poco profesional puede comportarse como los simpáticos utilleros que arrojan nuestras maletas como si fueran basura y en el entorno de un CPD hay material de sobra para desahogar nuestra ira.

Podemos tirar de cables RJ45 como quién arranca ortigas, tratar la fibra óptica como si fuera plastelina, cerrar a patadas las puertas de los armarios, sacar o meter discos en caliente al estilo de Chuck Norris, doblar conectores por tirar de lado, o dejar que se nos caigan al suelo las cintas de backup por querer coger más de las que somos capaces de asir con seguridad.

No pasará nada, nadie se enterará.

Pero, ¿haríamos lo mismo si supiéramos que estamos siendo observados por un CCTV?

Lo que yo hago, y lo que aconsejo a cualquiera que esté en la misma situación es comportarse siempre de forma profesional incluso aunque estemos solos. Que no necesitemos una cámara para hacer las cosas lo mejor que sabemos.
Porque nadie nos está mirando, nosotros mismos debemos ser nuestros vigilantes.

Cuando alguno entre en un CPD y sepa positivamente que ninguna cámara lo vigila, que actúe como si no fuera así. Que manipule los elementos con delicadeza, con habilidad y con cuidado. Por profesionalidad y honestidad.

Y los que no crean ni en la profesionalidad ni en la honestidad, que lo hagan por si algún día alguien instala una cámara y no les avisa.

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