lunes, 12 de septiembre de 2011

Los turnos I

No somos ajenos los informáticos a esto de trabajar a turnos.

Hay turnos buenos y turnos malos, horarios buenos y horarios malos.

Una vez trabajé en una empresa que tenía horario comercial. Horario comercial significa putada: de 9 a 14 y de 16 a 19. Además de las dos horas para comer, improductivas, invertía una hora por la mañana para llegar y otra para regresar, pues en plena hora punta era lo que tardaba en recorrer los tristes trece kilómetros que separaban mi casa de la oficina. Es decir, que salías de casa a las ocho de la mañana y volvías a las ocho de la noche, en el mejor de los casos. Doce horas consumidas.

Sucede que en aquella empresa había un departamento que trabajaba en turno de noche. Para cubrirlo, el CAU del departamento de sistemas comenzó igualmente a hacer turnos rotatorios. No era terrible, pues nos tocaba hacer el turno de 14 a 22 horas una vez cada cinco semanas. Pero a la gente no le gustaba.

Entiendo que si iba a estudiar por las tardes, o tenía otro trabajo, o que cuidar a su tia-abuela, el turno rotatorio le parte en dos a uno. Pero en mi caso, yo estaba contento. No madrugabas. Comías en casa (un poco pronto pero no exageradamente). Salías a las 13:30 para entrar a las 14:00 y te sobraba tiempo. Además, aparcando en la puerta casi siempre.
De 14:00 a 16:00 no había demasiado "curro" porque el resto de la gente estaba comiendo. De 16:00 a 19:00 sí, sí que había trabajo pero ahí estaba el equipo al completo. Luego, desde las 19:00 a las 22:00 el trabajo bajaba muchísimo cosa que era estupenda para poder hacer tareas de cierta complejidad sin que a uno le interrumpieran cada cinco minutos.
Alguna vez, algún jefe te reclamaba o alguien abría una incidencia. Pero no te quitaba prácticamente tiempo. El teléfono apenas sonaba, y hasta uno podía permitirse ir a la cocinilla a tomar un refrigerio, aunque los del turno de noche iban todos a merendar a la misma hora y escaseaban las sillas. Ese era el mayor problema que había que afrontar. Y a la vuelta, sin atascos, en quince minutos en casita.

El caso es que todo iba bien hasta que decidieron castigar a uno del equipo. Y de rebote me castigaron a mí. El compañero 'represaliado' se ocuparía permanentemente del turno de noche. El resto, a hacer el turno "bueno", o sea de nueve a dos y de cuatro a siete.

Con todo el que era mi compañero tenía bastante peligro. Cuando se quedaba por la noche, menos trabajar hacía de todo y más de una vez nos encontrábamos alguna movida a la mañana siguiente.
Le gustaba poner música y además alta (una vez le llamó la atención el propio Director General) y alargaba la merienda, digamos, más que lo razonable...

Pero bueno, la historia de este hombre es tema aparte. Aunque yo, que estaba bastante contento con el turno nocturno, nunca más volví a hacerlo.

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