sábado, 28 de enero de 2012

Los vendedores cansinos.

He recibido muchas llamadas proponiéndome ofertas que no podía rechazar.
Yo sé que la puerta fría telefónica es muy dura. Y admiro a quienes tienen que trabajarla. Yo no sabría. O sí, todo depende de las facturas que uno tenga que pagar a fin de mes. Pero si hay que hacerla, hay que hacerla bien.

Un vendedor ha de ser un seductor y un seductor no se arredra porque la primera respuesta a sus requerimientos sea negativa. Con ese 'no' ya se cuenta y no es óbice para seguir intentándolo.
Normalmente, un segundo o tercer no, deberían llevar al galán a la reflexión. Tal vez la bella damisela que en su momento respondió llena de dulzura, vaya cambiando el tono aproximándose peligrosamente a la ordinariez; lo cual es un aviso adicional de que las cosas están torciéndose a pasos agigantados.
Por lo tanto, antes de que ella te mande a tomar... el aire, hay que ganar la situación por la mano y retirarse de motu proprio; se puede alegar una cita pendiente, una llamada, un 'tal vez otro día'...
Como dicen algunos políticos, hay que irse un minuto antes de que te echen.
Ya que no has triunfado, al menos te ahorras la humillación.

Pero no fue eso lo que pasó con mi vendedor.
Me llama ya claramente fuera de mi horario laboral a mi móvil particular lo cual es una intromisión en el ámbito de lo personal. Empezamos muy mal.
Yo: - Diga, diga, diga, diga, dígame...
[Son callcenters automatizados que marcan muchos números casi simultaneamente y cuando uno contesta lo mandan a la primera posición vacía, lo que genera un pequeño retraso que, personalmente, me cabrea bastante]
Vendedor: - Buenas tardes ¿Es usted el titular de la línea?
[Un sudamericano. Y no es cuestión de racismos. Empezamos mal y continuamos peor...]
Yo: - Sí, dígame...
Vendedor: - Le llamo en nombre de Vodafone porque bla, bla, bla... descuento
Yo: - En este momento no tengo intención de cambiar de operador, muchas gracias.
Vendedor: Estoy seguro de que la oferta le va a interesar y bla, bla, bla. ¿Podría facilitarme su nombre para dirigirme a usted correctamente?
[Si voy a la pescadería para comprar un kilo de merluza, y el pescadero me pregunta como me llamo, es que me parto de risa. ¿Porqué tengo que darle mi nombre al primer tipo que me llama?]
Yo: - Pues yo estoy seguro de que no. Buenas tardes.
[Ese buenas tardes intenté que sonara bastante definitivo. Era una oportunidad para que el vendedor dijera algo así como Gracias por su atención. Buenas tardes. Pero no]
Vendedor: - ¿Me podría decir a cuanto asciende su factura telefónica?
[A ver chaval. ¿Tú eres tonto o qué te pasa?. No quiero cambiar de operador, me importa tres pepinos tu oferta, no pienso decirte como me llamo ¿y para qué carajo quieres saber mi factura telefónica? ¿Crees que vas a decirme algo que yo no sepa? La conversación se ha acabado.]
Yo: - Buenas tardes.
[Esta era la última oportunidad de salir medio honrosamente del tema pero no]
Vendedor: Bla, bla, bla, descuento, bla, bla, bla, ahorro...
Y ya no hubo más conversación porque colgué.
Además de no vender ni una escoba, el tipo me cabreó. Entrándome así, poco van a conseguir. Que se lo agradezcan Vodafone y los próximos comerciales que intenten venderme algo.

Pero la mejor la recibí el otro día.

Me llamo una chica realmente agradable. Extrovertida. Dinámica. Alegre. Como si fuera una compañera de clase en la Facultad para invitarme a una fiesta. Seductora realmente.
De hecho los primeros minutos estuvimos hablando de vaguedades, hasta tal punto que casi me hizo perder la referencia y no saber si estaba hablando con una comercial o con una de mis mejores amigas.
El caso es que me proponía que valorase unos tóner fantásticos. Tanto es así que me los dejaba probar sin compromiso. Y además, me enviaba, a mi gusto, una camiseta de Formula-1 o de Moto-GP. ¡Vaya, me entró bien! Se le pone a hablar de motos a un motero. Encontró una debilidad en mis defensas y en pocos minutos había superado las murallas.

Me comentó que vendría a mi empresa y que podríamos hablar mientras tomábamos un café. Hasta me ofrecí a invitarle yo a ella. Pero no. Insistió en que para eso su empresa cubría los gastos.
Me dijo que se llamaba XXX como la famosa actriz, ¡pero más guapa!

Vaya. ¿Cómo no conocerla? Y si no estuviera comprometido, incluso en el sentido bíblico porque la cosa prometía.

El caso es que el ataque comenzó a debilitarse cuando le pregunté el precio de los tóneres y empecé a sacarle algunas pegas a su propuesta. Al final le dije que no me interesaba la prueba pero que si quería mandarme información que, con mucho gusto la examinaría.

Al final se despidió diciéndome ¡un beso! Pero, ¿qué confianzas son esas?
Dudo mucho que mis compañeros comerciales anden lanzándole besos a sus clientes activos o potenciales. Tal vez, tal vez... a clientes de muchos años, con mucha confianza y en determinadas ocasiones podría ser pero, ¿a un señor que ni siquiera conoces cara a cara?

Aunque ya lo tenía claro, me metí en el google y encontré estos dos enlaces

http://wolltaki.blogspot.com/2006_03_01_archive.html (buscar la entrada "pesados")

http://wiki.nomasnumeros900.com/Universal_Printer_Systems

En fin. Simpática la spammer telefónica. Y con muy bonita voz y una simpatía natural, desde luego. Llegará lejos. Pero, sintiéndolo mucho, será sin mi ayuda.

1 comentario:

  1. Sí, lo de despedirse con un beso, sobra. Esto me recuerda a las veces que entro en una tienda de ropa y la dependienta, me saluda con un ¿Te ayudo con alguna talla, cariño? ¿Cariño? En fin, creo que eso está bien para su novio, marido e hijos, pero para una posible clienta a la que no conoces de nada...

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