martes, 3 de marzo de 2015

¿La experiencia profesional siempre suma?

Es esta una cuestión que se me ha planteado en distintas situaciones, algunas incluso afectándome personalmente y, al parecer, la casuística es muy amplia. Aunque es probable que distintas iteraciones puedan ocurrir en un mismo puesto de trabajo.

El C.V. menguante.
Alla por... ¡qué más da! me incorporé a cierta empresa en el puesto de técnico de sistemas. En ese momento provenía de otra empresa que, sin ser especialmente innovadora en su forma de entender las tecnologías de la información, sí que me había permitido estar en contacto y trabajar con diversos sistemas como directorio activo, web, vpn, correo o proxy alineados con lo que más o menos venían utilizando empresas similares en el sector

Gracias a ello, mi C.V. era razonablemente atractivo y completamente equiparable al de cualquier otro técnico que pudiera competir en el mercado laboral.

Tras algunos años trabajando en esa empresa, con unas funciones y un nivel técnico muy inferior al que yo había desarrollado antes, y sin haber recibido formación, tuve muy claro que me había descolgado y que estaba a punto de salir del mercado laboral a menos que me reconvirtiera en reparador de impresoras.

Nada que criticar ni reprochar. Reparar impresoras es un trabajo importante y respetable. Pero no es lo que yo quería hacer en la vida y además se me da fatal.

La empresa tóxica.
Buscando trabajo desesperadamente para escapar del horrible destino que me esperaba tuve un día una entrevista telefónica previa. Cuando le dije a mi interlocutor donde estaba trabajando, cambió hasta su tono de voz. Noté cierto desdén incluso.
Estaba claro que la reputación de mi empresa jugaba en mi contra y que mi interlocutor tenía en mal concepto a los técnicos de aquella casa. La entrevista continuó unos minutos adicionales, únicamente por cortesía, pero ya no había nada que hacer.

Los acuerdos secretos.
Tuve en otra ocasión una entrevista que me resulto sumamente agradable. La simpatía de la entrevistadora permitió que el diálogo fuera sincero y cordial y en un momento dado pensé que, aquella vez, iba a encontrar un buen trabajo, interesante y en un ambiente estupendo.
Pero cuando la entrevistadora revisó de nuevo mi C.V. vió que trabaja en XXXXX.
Su cara sonriente cambió a decepción y me informó de que ellos eran partner de XXXXX y que, por tanto, no era posible la contratación de ninguno de sus trabajadores.
Yo le insistí en que no sería yo quién fuera a contárselo y que (ya a la desesperada) tal vez incluso se alegraran de que me fuera. Pero no pudo ser. Estaba descartado.



Salvo por estos tres tipos de despropósito, yo sigo convencido de que la experiencia laboral -casi- siempre suma. No importa lo que hayas hecho. Has demostrado que puedes hacer muchas cosas y que las haces bien. Si tu -futura- empresa no sabe valorarlo, que les den.

No hay comentarios:

Publicar un comentario