miércoles, 4 de agosto de 2010

¡Cómo pasa el tiempo!

¡Veinte años no es nada! dicen por ahí.

Pues para la informática es una eternidad. Aunque biológicamente algunos todavía nos consideramos jóvenes, estas historias hacen que nos sintamos casi como el inolvidable Abuelo Cebolleta.

Hace veinte años (en 1990), el mercado del PC había dejado atrás los 8086 y 8088. Los procesadores 80286 y 80386 dominaban el mercado y un nuevo producto comenzaba a abrirse paso en la gama alta: el 80486.

Seguro que algunos teléfonos móviles actuales de gama alta tienen más capacidad de proceso, de memoria y de vídeo que estos PC que en su momento nos parecieron impresionantes.

Los 486 llegaron, en los modelos más avanzados, a los 100 MHz; es decir 0,1 GHz. Actualmente, los procesadores multinúcleo corren a unos 3 GHz, es decir, que su frecuencia de reloj es 30 veces superior.

Los discos duros eran del orden de MB. Un disco duro de 100 MB ya era realmente grande.
Cualquier tarjeta SD para cámara de fotos o móvil se va a 1 GB, o sea, 10 veces más.
Y si nos metemos en discos duros, ya hay que considerar los TB. Un disco de 1 TB es 10.000 veces más grande que su antepasado.

En las memorias ocurrió otro tanto. 2 MB de RAM permitían considerarte el hombre más feliz del mundo (sin limitarte a los 640 KB de Bill Gates) y, ¿qué pasó?. Ahora hablamos de GB y raro es el equipo moderno que tiene hoy menos de 2 GB. 1000 veces más.

Y encima había que hacer filigranas porque el MS-DOS no aprovechaba la memoria automáticamente. Estaba la memoria superior, la extendida y alguna otra más. Otra larga historia.

Porque, por supuesto, el sistema operativo era MS-DOS. Microsoft Disk Operating System.
No, no había MS-UNO.

Buen S.O. el MS-DOS. Sencillo, robusto, versátil, potente... eso sí, línea de comandos. Nada de ratones, iconos o escritorios futuristas. El MS-DOS 3.1 cabía en un disquette.
El MS-DOS 5.0 en tres. Y creo que puedo recordar hasta el MS-DOS 6.22

disquettes. Por aquel entonces el CD era una cosa que usaban los yuppies para oir música con clase mientras el resto del mundo utilizaba aún los walkman, las cintas de cassete y el VHS.
Por aquella época había dos tipos de disquette. Unos eran grandes, de 5 ¼ pulgadas, flexibles, con una carcasa de cartulina (o algo que se le parecía). Tenían 1,2 MB de capacidad y habían jubilado a sus antecesores de 8 pulgadas. Sin embargo dejaron paso al más moderno disquette de 3 ½ pulgadas y 1,44 MB. Carcasa de plástico rigido, una corredera metálica y mucha mayor fiabilidad.
Por supuesto, la capacidad de un pendrive USB actual es superior a la de 1000 disquettes.

Pero, ¿qué había que guardar?.

El boom de Internet aún no había comenzado. Quizá algún amigo o algún profesor tuviera un módem. Pero módem analógico. A 56 Kbps de bajada. O, lo que es lo mismo 0,056 Mbps.
Eso es unas 50 veces menos que las ofertas más sencillas de ADSL que existen hoy en día en el mercado.

Y aún así disfrutábamos de la informática tanto como ahora. Nos seguíamos emocionando con los juegos, estudiábamos, aprendíamos de todo...

Puede que dentro de veinte años, tengamos procesadores cuánticos, con memorias del orden de PB o EB, discos duros neuronales, Internet haya sido sustituida por redes subespaciales y salvemos la información en cristales de dilythium. Seguro que nos sorprendemos.

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