martes, 12 de octubre de 2010

Trabajar contra corriente (III)

Somos informáticos. Algunos somos tan ingenuos que nos gusta nuestro trabajo e intentamos hacerlo lo mejor posible sólo por cumplir con nuestro propio concepto de profesionalidad.
Además, somos tan majos que algunas veces nos convertimos en chicos para todo. Es lo que tiene. Si podemos reparar un PC podemos reparar cualquier cosa. Ya se sabe que si tiene cable, es de informática.

En una ocasión nos entró una incidencia por correo electrónico:
- El microondas no funciona.

El departamento de sistemas al completo soltó una enorme carcajada ante las miradas estupefactas del resto de la organización.
- ¿Pero vosotros no lleváis el tema de los microondas?


De todas formas, este tipo de cosas realmente no deben molestarnos. Como tampoco que nos llamen para cambiar el tóner labor que, como todo el mundo sabe, requiere haber hecho un máster en ingeniería nuclear.

Aún así, quizá el contacto con los bites y los bytes y la exposición a Microsoft puede que nos haya debilitado las meninges los suficiente como para que, alguna vez que otra, nos haya tocado descargar un camión o mover mesas. Pero bueno, no se nos caen los anillos y cuando nos piden las cosas por favor tampoco nos negamos.

Otra cosa, mucho más grave, es que consideren que parte de nuestro trabajo es ser transportistas. Por obligación.
Y eso es lo que pasaba en una empresa en la que estuve. Después de muchas discusiones, tira y aflojas y malas caras, yo conseguí imponer mi criterio: el CAU sólo movería aquellos equipos que debieran ser instalados, reinstalados, ampliados o reparados.
No obstante algunos meses después me impusieron un nuevo jefe cuyas ideas distaban bastante de las mías y consiguió de un plumazo, tumbar lo que yo había conseguido. Además, de la misma tacada, había conseguido que yo fuera el "negativo" y él convertirse en el "positivo". Fantástico, oyes.

El CAU movería ordenadores siempre y cuando fuera dentro del mismo edificio. Entre edificios lo haría servicios generales. Así, si a algún mentecato se empestillaba a probar a ponerse mirando a poniente para ver si estaba más a gusto, ahí estaba el imbécil del CAU a moverle el equipo.

Pero pasó que un día alguien necesitaba un equipo. Y el equipo estaba, precisamente, en el otro edificio. Mi "queridísimo" jefe me pidió que me hiciera cargo de la incidencia y así lo hice. Lo preparé y me dispuse a esperar a que servicios generales me llevara el equipo. Ambos edificios estaban contiguos pero no comunicados entre sí y había que ir por la calle. Prácticamente nada.


Sin embargo, esa tarde no había nadie de servicios generales.
- Lo siento, no puedo terminar la incidencia. No hay nadie que me lleve el PC
- ¿Y no puedes llevarlo tú?
- Pues podría. Pero es cosa de servicios generales, que bien que les gusta a ellos restregarnos por la cara cuales son nuestras "obligaciones"
- Bueno, pero hazlo como un favor
- A mí nadie me hace favores. Y si lo muevo hoy, la próxima también me tocará. A mí o a otro compañero. No lo voy a mover.

Mi "queridísimo" jefe tuvo que ir por la calle con el PC debajo del brazo y yo no moví un dedo hasta que no me avisó de que estaba en su sitio. Si el tenía por costumbre bajarse los pantalones me parece muy bien. Pero yo, no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario