sábado, 9 de abril de 2011

Carreras en mojado

Me encanta la espectacularidad de la Fórmula 1 cuando llueve.
Las carreras en mojado son impredecibles y el coche puede hacer un trompo en cualquier momento. La visibilidad es crítica y sólo un piloto con nervios templados puede, no digo ya ganar, sino terminar la carrera.
Pasa lo mismo en las carreteras normales. Esas que tienen asfalto, guardiasciviles y gañanes incordiando por el carril de la izquierda. Nada que no conozcamos de sobra.
A mí me gusta correr. Eso supone gastar mucha gasolina y arriesgarse a sanciones pero creo saber donde acaba el gusto por la velocidad y empieza la temeridad. Y correr en mojado es temerario.

Hace algunos años a alguien se le ocurrió que nosotros podíamos gestionar las garantías de determinado fabricante. Se le ocurrió igualmente la brillante idea de que podíamos garantizar un tiempo de respuesta de una hora.
Eso está muy bien, porque podíamos tener que dejar lo que estuviéramos haciendo para salir a la carrera y cambiarle un ratón al pedorro de turno antes de que hubiera transcurrido una hora. Sin embargo (y felizmente) a los técnicos normales no nos dieron el cajón de componentes para los equipos en garantía: discos duros, placas base, memorias, etcétera con lo cual; en uno de estos casos, tenías que bajar a la central, proveerte de esos elementos y luego volver a salir.

Hacer todo eso en una hora exacta era poco menos que una quimera.

En una ocasión, era una mañana horrorosa. Lluvia, niebla y un tráfico de narices. Estaba yo tranquilamente cuando me llamaron con máxima urgencia para una intervención en garantía. No recuerdo si era una rotura de posavasos electrónico o que a un teclado le faltaba la tecla "any". Pero tenía que personarme en la central a recoger el ni-me-acuerdo-de-qué-era.

Como dije al principio a mí me gusta correr. Pero cuando la miserable, rastrera y explotadora empresa que te contrata te paga un kilometraje que está incluso por debajo de los costes reales y le importa tres pimientos lo que le pase a tu coche o te pase a tí; uno, por puro sentido común, adopta un instinto de conservación y de economía.

Y tan tranquilo que iba yo, bajo la lluvia, escuchando la radio y observando el batir de los limpiaparabrisas, por la autopista, a 80 km/h economizando combustible. Eso sí, me iban adelantando desde camiones de 18 Tm. hasta utilitarios conducidos por abuelas de 90 años. Algunas hasta me miraban con lástima.

Llegué tranquilamente a la central y fui a pedir la pieza:
- ¡¡Qué haces tú aquí!!
- Pos venía a por la pieza
- ¡¡Si ya tenías que estar en el cliente!!
- Oye. Para un momento. La mierda que me dais no cubre conducir como un psicópata. He venido a la velocidad legal. La recomendada por la DGT. Y como vosotros no me pagáis las multas, ni las averías, ni el disgusto si me doy un golpe, vengo y pienso irme a la velocidad que yo crea conveniente. Si llego tarde al cliente... se siente

Después de eso, y de alguna más que no me contaron, sólo unos cuantos técnicos escogidos llevaban en el coche todas las piezas de la garantía y al resto nos dejaron tranquilitos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario