viernes, 8 de abril de 2011

El puñetero número de serie

Por suerte o por desgracia, es probable que en la vida de un informático se cruce la palabra maldita: INVENTARIO
Si tú realizas tu propio inventario las cosas irán medio bien, pero si es otro el que gestiona el cotarro las historias devienen kafkianas.
El caso es que en una empresa de la que no quiero acordarme, me pidieron que tomara el número de serie de un servidor aprovechando una intervención.
Dicho y hecho. Como suele ocurrir, el servidor está en el último rincón, te tienes que tirar al suelo, te manchas, tienes que moverlo para ver el número... pero al final lo tomas.
Y tan satisfecho se lo comunicas al sub-jefe tonto de turno.

A los pocos dias te llama una "dispatcher" a decirte que el número de serie del servidor está mal.
Que tú les has dado un WXYZ.... y que en esos servidores los números de serie empiezan por ABCD.
Bueno anda qué... pues se mira otra vez. Nadie es perfecto.

El caso es que vuelves a hacer el ritual, en el lugar de trabajo la gente te mira un poco extrañada pero tomas ese número. Más que nada porque, no sólo parece un número de serie sino que delante de él pone S/N.
Aún así, tomas todos los números que ves. Que hay gente para todo y a lo mejor en lugar de ponerte el número de serie donde corresponde, lo sitúan junto al número de DNI de la madre del tio que lo compró. Toda precaución es poca.
Esto es una putada porque estando incómodo, con poca luz y con un servidor bastante sucio a veces no distingues un 8 de una B, un 5 de una S y así sucesivamente. Pero eso no es obstáculo para un arrojado técnico de sistemas que toma todo lo tomable y lo comprueba siete veces para evitar cualquier error.

A los pocos días te llama el jefe de proyecto y una vez más te dice que ninguno de los números de serie que le has proporcionado es correcto y que el que él necesita empieza por ABCD.

¿Qué hice yo? Pues le dije que si le parecía bien, que viniera él mismo a ver los números. Y que si encontraba uno que no fuera ninguno de los que yo le había dado, con mucho gusto le invitaba a cenar lo que quisiera, donde quisiera.

-¡No te pongas así!- me dijo.

- No me pongo de ninguna manera. Ya sabes, estoy dispuesto a perder una cena. ¿Cuando vienes a ver los números?

Por supuesto no vino.

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