miércoles, 4 de marzo de 2015

Poniendo en marcha la administración electrónica... pero no en Madrid

Ley 11/2007, de 22 de junio, de acceso electrónico de los ciudadanos a los Servicios Públicos.


A todos los que la presenten vieren y entendieren.

¡Así empieza la disposición oficial de esta ley realmente importante!

Estamos en el siglo XXI, en la era de la información. Ya se acabó aquel peregrinar de ventanilla en ventanilla, comprar pólizas y recibir por respuesta el 'venga usted mañana'

De aquella época que algunos pudimos ver extinguirse nos quedan los fantásticos chistes de Forges.





Bromas aparte, el acceso electrónico de los ciudadanos a los servicios públicos es un gran avance por lo que supone de ahorro en tiempo y dinero para todos.

O eso creía yo hasta que me he dado cuenta que los diseñadores web de determinadas sedes electrónicas o son rematadamente incompetentes o tienen que seguir directrices políticas de gente que no tiene ni idea de como funciona ésto.

Peleando contra el Ayuntamiento de Madrid
Tuve que presentar un escrito por registro en el Ayuntamiento de Madrid. Dicho y hecho.

Web del Ayuntamiento de Madrid (antiguamente Munimadrid)


Parece claro ¡vamos a Trámites!


¡Nos acercamos, hay un enlace al registro electrónico!


¿Pero esto qué es lo que es? ¡Dónde está el registro! No es que vayamos a pedir que se apliquen al máximo los estándares WAI de accesibilidad de la W3C pero es que esto ni se le acerca.
¿Nadie ha puesto un botón que diga registro electrónico, por favor?

No obstante, bien que presumen del logo.






Con paciencia llegamos al buscador avanzado de trámites. Pero ¡oiga! Yo no quiero un trámite avanzado. Quiero presentar un simple documento word y que me le pongan un sello de registro electrónico ¿Tan difícil es? Probemos instancia general a ver...


¡Bien! Tenemos una entrada para "Instancia general normalizada"



¿Descargar impresos? ¿Mande?

Pero, vamos a ver, ¿cómo pueden ser tan cutres que te hacen descargar el mismo formulario que tendrías que rellenar a boli si acudieses a un registro físico?
¿No se han enterado de que eso se puede hacer vía web sin tener que descargarse un PDF intermedio?

Bueno, me voy a tramitar en línea y ¡por fin! aparece el botón que debería haber aparecido cuatro o cinco pasos antes.

¡Y esto es todo amigos! La web del Ayuntamiento de Madrid se me cuelga espectacularmente.


No es que yo sea un crack de la informática, pero más o menos tengo actualizado mi equipo, la seguridad, el Java y su respetable madre. Pero nada. Más de una hora perdida.

Así es como el Ayuntamiento de Madrid se relaciona electrónicamente con los ciudadanos.
En cambio, para otras cosas, es supereficiente de la muerte,  oyes...

Expropiación de Ofelia Nieto, 29

martes, 3 de marzo de 2015

¿La experiencia profesional siempre suma?

Es esta una cuestión que se me ha planteado en distintas situaciones, algunas incluso afectándome personalmente y, al parecer, la casuística es muy amplia. Aunque es probable que distintas iteraciones puedan ocurrir en un mismo puesto de trabajo.

El C.V. menguante.
Alla por... ¡qué más da! me incorporé a cierta empresa en el puesto de técnico de sistemas. En ese momento provenía de otra empresa que, sin ser especialmente innovadora en su forma de entender las tecnologías de la información, sí que me había permitido estar en contacto y trabajar con diversos sistemas como directorio activo, web, vpn, correo o proxy alineados con lo que más o menos venían utilizando empresas similares en el sector

Gracias a ello, mi C.V. era razonablemente atractivo y completamente equiparable al de cualquier otro técnico que pudiera competir en el mercado laboral.

Tras algunos años trabajando en esa empresa, con unas funciones y un nivel técnico muy inferior al que yo había desarrollado antes, y sin haber recibido formación, tuve muy claro que me había descolgado y que estaba a punto de salir del mercado laboral a menos que me reconvirtiera en reparador de impresoras.

Nada que criticar ni reprochar. Reparar impresoras es un trabajo importante y respetable. Pero no es lo que yo quería hacer en la vida y además se me da fatal.

La empresa tóxica.
Buscando trabajo desesperadamente para escapar del horrible destino que me esperaba tuve un día una entrevista telefónica previa. Cuando le dije a mi interlocutor donde estaba trabajando, cambió hasta su tono de voz. Noté cierto desdén incluso.
Estaba claro que la reputación de mi empresa jugaba en mi contra y que mi interlocutor tenía en mal concepto a los técnicos de aquella casa. La entrevista continuó unos minutos adicionales, únicamente por cortesía, pero ya no había nada que hacer.

Los acuerdos secretos.
Tuve en otra ocasión una entrevista que me resulto sumamente agradable. La simpatía de la entrevistadora permitió que el diálogo fuera sincero y cordial y en un momento dado pensé que, aquella vez, iba a encontrar un buen trabajo, interesante y en un ambiente estupendo.
Pero cuando la entrevistadora revisó de nuevo mi C.V. vió que trabaja en XXXXX.
Su cara sonriente cambió a decepción y me informó de que ellos eran partner de XXXXX y que, por tanto, no era posible la contratación de ninguno de sus trabajadores.
Yo le insistí en que no sería yo quién fuera a contárselo y que (ya a la desesperada) tal vez incluso se alegraran de que me fuera. Pero no pudo ser. Estaba descartado.



Salvo por estos tres tipos de despropósito, yo sigo convencido de que la experiencia laboral -casi- siempre suma. No importa lo que hayas hecho. Has demostrado que puedes hacer muchas cosas y que las haces bien. Si tu -futura- empresa no sabe valorarlo, que les den.