martes, 19 de julio de 2011

Minimalismo. Sí, pero...

Últimamente es bastante fácil encontrarse el navegador lleno de basura.
Te instalas la barra de Google, la del antivirus, la de Yahoo, la del Marca y así sucesivamente hasta que, al final, tienes siete u ocho barras que no necesitas y el espacio útil de la ventana del navegador se ha reducido a una franja estrechita que recuerda mucho las películas en Cinemascope.

Es fácil, porque si actualizas Java te invita a poner una barra. Si instalas el PDF Creator te invita a poner otra. Con cualquier cosa de Google tres cuartos de lo mismo y así hasta el infinito. Como digas que sí, estás perdido.

En oposición a eso ha surgido una tendencia minimalista que me parece muy interesante. Yo la ví por primera vez con el navegador Chrome. Casi sin botones, casi el 100% de la ventana se dedica a navegador. Es atractivo porque cuantas más líneas tengas disponibles, menos tendrás que tirar del "scroll". Más información y más visible.

A esa línea se han sumado Microsoft con su IE9 y también Mozilla. A mi juicio el mejor navegador. O lo era, porque Mozilla se ha pasado.

Se han compactado tanto los menúes que, al final, hacer cualquier tarea sencilla te cuesta el doble o el triple de tiempo hasta que descubres donde carajo han metido el botón en cuestión.
Por ejemplo, copiar los bookmarks. No, la opción no aparece al desplegar el botón principal. Tienes que hacer doble click. Pero, ¿no era desplegable? Sí, y también de doble click. Un buen rato y algunas maldiciones me costó averiguarlo.
O desactivar la geolocalización. Me metí en AEMET y me pidió mi ubicación. Se la dí. Y luego me arrepentí. Fuí a la ayuda de Firefox y me habló de hacer no sé qué en el menú herramientas y quitar propiedades. Hoy, varios días después, todavía no he encontrado el menú herramientas, mucho menos las propiedades y la geolocalización la tengo desactivada vía about:config

En resumen: se han pasado y de puro simple, es más complejo que antes. No puedes hacer lo que quieres y, si con suerte todavía es posible, te cuesta horrores hacerlo. Mal. Muy mal.

Supongo que en próximas actualizaciones volverán al camino del sentido común, aunque sea a base de palos.

sábado, 16 de julio de 2011

Ben-Hur o las empresas de servicios

Todos recordamos una de las mejores escenas del cine de todos los tiempos.

El Consul Quinto Arrio, comandante de la flota romana, baja a inspeccionar las filas de galeotes de su nave (saltad al minuto 5:45)


Os mantenemos vivos para servir esta nave. Por lo tanto remad... y vivid.

Muy similares las empresas de servicios a las galeras romanas. En las empresas de servicios creo que ya no te dan con el látigo, pero lo de boga de ataque, de combate y de ariete todavía sigue ahí.
Ahora se llama de otra forma. Intervenciones o algo así.

El caso es que Quinto Arrio le suelta a Ben-Hur una gran verdad (mínuto 1:50)
Nunca podrás escapar mientras venzamos nosotros y si nos vencen te hundirás con esta nave encadenado a tu remo.


Eso pasa con las empresas de servicios:
Nunca te subiremos el sueldo mientras tengamos el contrato de servicios. Y si lo perdemos, te irás a tu puñetera casa.

Menudo panorama. Gane quien gane, pierdes siempre.

En la película, Quinto Arrio tiene un detalle generoso con Ben-Hur y éste se lo agradece salvándole la vida. En una empresa de servicios no existen los "detalles generosos". Tal vez debamos encomendarnos a Dios... como Ben-Hur.

viernes, 1 de julio de 2011

Sin resentimiento ni malos rollos pero...

Hay una marca que para mí es especial. Presume de ser la "namber güan" y luego es la más cutre y miserable de todas. La he sufrido dos veces, una como cliente y otra como trabajador
Y, por ambas cosas, no la quiero ni regalada.

Quién esto escribe no está resentido. Ni es mi forma de ser ni creo que el resentimiento sea práctico en la vida. Nunca sabes con quién volverás a encontrarte ni qué podrás necesitar de él o élla. Ya sé que la venganza es un plato que se sirve frio, pero también sé que hay que pasar página y no vivir obsesionado con el 'ojo por ojo' o 'quien me la hace me la paga'

Pero, sinceramente, creo que incluso para la persona más equilibrada y positiva, una pequeñísima parte de rencor es imposible de separar de la mezcla que conforma nuestra posibilidad.

Y yo juré que nunca jamás volvería a permitir que esa empresa que antes mencionaba ganara un céntimo si de mí dependiera. La vida da muchas vueltas y resulta que uno puede decidir qué se compra y qué no.

Los técnicos (como las secretarias) tenemos mucho poder. Cierto que las decisiones de compra las tomarán nuestros jefes pero las decisiones de NO compra las tomamos nosotros y si se nos pone en la punta del cimbrel que no vamos a comprar un determinado bien o servicio, ya se puede poner como se ponga el comercial o vendedor porque habrá topado con un muro imposible de saltar.

Y yo, si puedo evitarlo, no pienso comprar ordenadores, impresoras, servidores, unidades de cinta o switches fabricados por cierta marca muy nombrada.

La vida sigue dando vueltas y tal vez en un futuro yo pueda tener incluso mayor capacidad de decisión. Tanta como para influir en contratos de muchos cientos de miles de euros. Espero no encontrarme con mi ex-empresa... por el bien de ellos.

¿Rencor? ¿Venganza? Honestamente no. Desconfianza, sí. Convencimiento de que hay que desincentivar ciertas prácticas, también.